Quién: Carlos Beltrán Ruiloba
Mi infancia fue una montaña rusa de cambios constantes y falta de estabilidad. Con la muerte de mi padre cuando era muy joven y mudándome entre diferentes familiares en varias ciudades, me faltó una figura paterna estable y tuve dificultades para formar vínculos duraderos. A pesar de estos desafíos, crecí siendo una persona que valora la independencia y la integridad y que con los años aprendió a amar.
Estas experiencias me marcaron profundamente. Aunque hoy soy una persona correcta e independiente, a mis 33 años no puedo evitar pensar en lo que podría haber sido si hubiera tenido alguien que me apoyara, alguien que me guiara y me diera el amor y la seguridad que tanto necesitaba. Creo que, de haber contado con ese apoyo, podría haber alcanzado mis logros mucho antes o incluso haber logrado más de lo que he conseguido hasta ahora.
Fue esta reflexión la que me llevó a unirme a Nofam. Siempre he creído que todos merecemos apoyo y soporte durante nuestra infancia, esa etapa crucial en la que nos definimos como personas y donde más necesitamos sentirnos acompañados y queridos. En Nofam encontré una causa que resonaba profundamente con mis propias vivencias y mis deseos de hacer una diferencia en la vida de otros niños que, como yo, pueden estar pasando por momentos difíciles.
Mi rol como voluntario y coordinador para conectar con otras fundaciones en Sudamérica me permite no solo contribuir directamente al bienestar de estos niños, sino también unir esfuerzos con otras organizaciones que comparten nuestra misión. Creo firmemente que al trabajar juntos, podemos lograr un mayor impacto y ofrecer el apoyo que tantos niños necesitan para explotar su potencial y construir un futuro mejor.
Una de las cosas que siempre pienso es que ayudar es muy fácil. Lo difícil es encontrar a personas dispuestas a hacerlo. En mi camino, he conocido a muchos que hablan de la importancia de la ayuda, pero pocos que realmente se arremangan y se ponen manos a la obra. Y es precisamente por eso que me siento tan orgulloso de ser parte de Nofam. Somos un grupo de personas comprometidas, dispuestas a hacer el cambio que queremos ver en el mundo.
Aunque mi historia en Nofam recién comienza cada día que paso trabajando en esta causa, me doy cuenta de que mi pasado, por difícil que haya sido, me ha preparado para este momento. Mis experiencias me han dado la empatía y la fortaleza necesarias para entender y ayudar a otros. No puedo cambiar mi infancia, pero puedo hacer todo lo posible para cambiar la de otros niños, para que no tengan que enfrentar solos los desafíos que yo enfrenté.
Al final del día, lo que más deseo es que cada niño tenga la oportunidad de ser niño, de soñar, de jugar, de crecer en un ambiente lleno de amor y apoyo. Si puedo contribuir a eso, aunque sea un poco, sentiré que he cumplido mi misión. Y es por eso que estoy aquí, para hacer de este mundo un lugar mejor, un niño a la vez ❤️.